A little sentimental

De nuevo tratando de no perder el hábito de escribir un poco y de desahogar el alma, no pude verlo y se que es un problema.

Pues los días transcurren y la violencia en el viento me asusta un poco. Protesta silenciosa contra la tristeza, el café me hace bien y me motiva para poder venir aquí a contar como me siento.

Anoche tuve otro de esos momentos en los que la sugestión y la mente saltan a una piscina llena de cosas ominosas y situaciones que perturban la paz y alejan mas y mas al sueño. No creo pero no dejo de creer que existen fuerzas que aún no comprendemos, tuve miedo, no lo niego. Pero por suerte no paso nada. Siempre he pensado que si llegara a enfrentarme a una de estas situaciones podría superar el miedo y tratar de ver más allá de la emoción, solo enfrentarlo. Solo de imaginarlo siento adrenalina e hiperventilo un poco.

Dicen que un hombre con paz y libertad es el hombre más feliz, olvidan la parte de la supervivencia, y claro creo en todo lo que el Zen involucra pero hay que ser realista, viviendo en un país como este y en una sociedad como esta, no seria nada facil.

No puedo evitar ver por su ventana, llena de telarañas, empañada por el paso del tiempo. No puedo dejar de ver, el cielo tan vulgarmente azul, gracias a él y a su ventana he experimentado sensaciones tan intensas, una que otra pelea siempre interponiéndose pero es algo que agradezco.

Como si nada pasara un año a su lado, me ha dado un gran espacio dentro de su vida y es algo de lo que siempre le agradeceré, me ha hecho sentir especial. Y aunque su mundo a veces se caiga en pedazos siempre está dispuesto a que el mío siga de pie, de que el mío siga haciéndome feliz aunque no lo merezca.

Hoy finalmente jugué Florence, honestamente esperaba más, y si bien la musica le da mucha mucha ambientación al juego se queda corta con el desenlace del mismo, durante los capítulos las mecánicas son interesantes y sorprenden al hacer uso del teléfono, uno olvida que los smartphones aún tienen características que ya no se usan o se disfrutan, que se vuelven tan comunes que uno solo las usa por inercia.

No es por sonar despectivo o en contra de, pero el final es una luchona que se supera y olvida al man que la hizo feliz y luego la desechó.

El juego logra evocar emociones, poniendo la música adecuada, logrando tintes que despiertan las sensaciones para continuar y averiguar cuál es el final. 

Finalmente cierro escuchando la banda sonora de la película Tracks, la historia de una mujer que cruza el desierto australiano acompañada de sus camellos y su perro. No vi la película en su totalidad pero la escena donde su perro muere por envenenamiento aun me persigue, nunca podré superar la muerte de los perros o las mujeres que sufren porque quieren. El síndrome Dancer in the dark me acecha vere la pelicula Tracks algun dia y seguramente lloraré de la misma forma que con el film de Bjork.









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