Reticencia y recortes mal pegados en un libro que podria titularse vida mal vivida y desaprovechada, o meramente llena de pretension y gandulería

Posición extraña, entre querer y hacer. Entre seguir y estar, entre pensar tonterías que nadie sabe lo que son porque no se dicen. Salir de noche y no ser una figura incómoda, hablar de espejos, hablar de vino, de copas sucias, de canciones que se olvidan y se distorsionan al volver a escucharlas. 

Perder el tiempo imitando acentos, imitando emociones. Preocuparse por el viento frío que sopla en las rendijas de la casa, construida con recuerdos y experiencias que mantienen los cimientos, cimientos que un día se van a derrumbar. Viento que se empeña en apagar las velas encendidas. Es enero, los dientes se pudren, los ojos se empañan, las amistades mejoran como los vinos, con tiempo. 

Se siente la tensión absurda de no saber qué decir, o de decir algo indebido, algo que no se quiere escuchar. Un perro no puede ser definido, decir que un perro es machista es una estupidez. Ojalá uno se pudiera ver con los ojos de los demás. 

Dolor de estómago, dolor de brazos, dolor de rodillas, la madurez y el ser más sabio tiene consecuencias, el tiempo no perdona, el tiempo no es una palabra amable. ¿Cuándo es el tiempo en el que alguien sabe que es lo que tiene que ser? ¿Cuándo se sabe que así se debe actuar, que así se debe reaccionar, que es lo que se debe decir?

Los hombres son idiotas. Las mujeres son idiotas. Hace tiempo las palabras dichas en una noche llena de risas y observaciones hubiesen cambiado muchas vidas, hace tiempo la pereza hubiera matado una mente con potencial, potencial que se traduce en noches de insomnio, que confunde sentimientos con la realidad. 

¿Cuánto tiempo más debe pasar? 

Los homosexuales de esta época son imposibles, la banalidad y el falso glamour. El capricho de creerse importante o interesante. El camino que no lleva a ningún lado, la resiliencia tan falsa como el deseo de querer escribir una obra de arte. 

Escribir un libro es algo fácil, el compromiso y la dedicación son algo difícil, los dedos tan perezosos y desfigurados, ahogar las ganas con un juego que solo tiene dos resultados. Escapar o morir. 

No hay hilo conductor, no hay reglas. Está todo en un balde, acomodado a puñetazos y adornado con pretensión y disimulo del que no se sospecha. Hablar de un aborto de forma racional sin romantizar la vida, desde la perspectiva de alguien seco y con ningún deseo de procrear, puede ser una forma cínica de emitir una opinión.

Buscar desesperadamente un sentimiento de tranquilidad, de asentir y suponer que todo se va a arreglar por su cuenta. La vida se va, el miedo a dejar de existir esta presente, pero cuando no se existe, no existe miedo. 

Decir las cosas sin decir mucho es todo un arte, un arte de mal gusto. Herir y herirse, irse sin alejarse, estar sin haber llegado. El cambio constante e inevitable. Quiero estar, pero el deseo y la expectativa sobrepasan la intención. 

Me siento irónicamente feliz de haber tenido tantas emociones en los últimos 4 años, de vivir una depresión ridícula y sobrevalorada a vivir las penas de terceros. A conocer lo que es sentir por los demás. A ignorar completamente la represión impuesta. 

Saber que se puede contar con alguien inspira deseos de seguir viviendo, de seguir en el rol de un adulto que es responsable en términos  relativamente estrictos. 

Los pensamientos y deseos flotan alrededor, es una pena que uno no esté interesando en alcanzarlos. Todo termina en una declaración de desinterés. Futuro difícil es certero y fácil de predecir. La reticencia es la mejor forma de expresar algunas cosas. Saber que se debe hacer pero preferir ser un espectador.

No es una declamación clara, es un montón de humo que irrita la visión. Ser poeta de la desgracia y de vivir el recelo de otros. De tener y no tener.  






Intento de humano intento de hombre, esfuerzo de diferencia y simpatía, consciente de la miseria que reparte y en la que vive.  Que extraña su soledad, pero que no tolera estar solo. Que espera la impaciencia deje de ser su mayor defecto. Con agorafobia y mariconerías. Escribo por ti y a veces para
mi. 
























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