El lenguaje más inadecuado y la escritura mediocre.
Me siento con el corazón en la mano, me siento acorralado, desesperado, enojado, frustrado y sobre todo patético. Debo decidir si dejar ir o seguir agarrando las orillas y los bordes de algo sin forma. Pasó casi un año, pasó como si nada, muchas experiencias buenas y malas de las de siempre. Un par de metas cumplidas, un nuevo círculo social, socialmente incómodo, pero agradable. Entre tanto citas, sexo casual incomodo, conversaciones sin sentido, otro cafe sobrevalorado y otra comida sin gracia. Un año con cáncer un año de Leo.
Meses borrosos y un tiempo adormecido, en una especie de sueño desesperante. En una especie de pesadilla en cámara lenta. Incertidumbre, esperar más de lo que se da, hacer poco y descansar mucho. El miedo a la muerte, el miedo a la carne. Las ansias de querer dormir sentimientos durmiendo con muchos cuerpos. Las ganas de querer ser algo, las ganas de querer orden y armonía. La molestia que causan las luces del día entre las ruinas de una personalidad mediocre. El miedo a estar solo y afrontar la realidad.
No se puede vivir de alguien más toda la vida, no se puede depender de nada. Nada es seguro, nada es estable. Polvo, cenizas, células, humedad, óxido, lágrimas y alcohol. Inspiración ahogada, una cama que parece una tumba, una esquina adornada con telarañas y oscuridad. Pasa el tiempo, no poder regalar una sonrisa es deprimente. 29 años, 10,593 días.
Recuerdos de recuerdos, nostalgia infundida. Libros perdidos, canciones olvidadas, mascotas descuidadas, cabellos maltratados, dedos torcidos. Un café frío, olvidado en una mesa vieja. Entender de dónde vengo, saber a donde voy.
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